Este segundo Domingo de Adviento “una voz grita en el desierto”, dice el Evangelio. Es la voz de Juan Bautista que llama a la conversión y por ello se invita a los fieles a preparar el corazón para el Señor Jesús, con el Sacramento de la Reconciliación.
Con el encendido de las velas de la «corona del Adviento» se quiere ir haciendo una secuencia que nos acerque convenientemente al misterio de la Navidad. Cada domingo se irá prendiendo una vela que permanecerá encendida, ya permanentemente, junto a las que esperan ser fuego. Y así en el altar habrá cuatro velas diferentes –el color puede diferenciarlas– para realizar este signo.